Entrevista
´La Marimonda´ una obertura sinfónica con el sonido del Caribe
Por Vanessa Márquez
Directora de comunicaciones de la Asociación Nacional de Música Sinfónica

Fotografía: Archivo personal del artista
En las salas de concierto de Colombia, una nueva voz se abre paso con fuerza y frescura. Es la de Ludsen Martinus, un joven compositor cartagenero cuya música sinfónica y de cámara resuena con los ecos vibrantes del Caribe. A sus veinticinco años, su nombre ya figura en los atriles de importantes orquestas y ensambles nacionales e internacionales.
Martinus comenzó su formación en las aulas de Cartagena, donde la riqueza sonora de su tierra empezó a moldear su oído. Luego, su camino lo llevó a Barranquilla, donde estudió en la Universidad del Norte, y más tarde a Bogotá, al Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia. En la capital, se sumergió en la tradición compositiva más sólida del país, heredera de maestros como Moisès Bertrán y Jorge Pinzón. Allí, encontró su lugar en una genealogía musical que ahora lleva su firma propia.
Su obra es un espejo de su identidad. En sus partituras conviven la polifonía y la armonía cromática con los ritmos inconfundibles de la cumbia y la champeta. Así lo demuestran piezas como Champeta No. 4 para Orquesta Sinfónica, el Concierto para viola y orquesta de cuerdas “Danzas rituales africanas” o Paisajes Caribeños, composiciones que no solo evocan el Caribe, sino que lo reivindican como un territorio sonoro infinito.
Champeta No.4 – Ludsen Martinus: Orquesta Sinfónica Metropolitana de Bogotá y Juan David Domínguez.
Entre estas creaciones destaca la obertura Marimonda, escrita en 2023. Inspirada en la Danza de las enfermeras mojadas del ballet Petrushka de Stravinski, Martinus la transforma en una pieza donde el lirismo y la tradición popular se entrelazan con la energía de los paisajes urbanos del Caribe. Esta obra fue reconocida con mención de honor en el concurso Plataforma 28+ de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y la Filarmónica Joven de Colombia. Su estreno mundial tuvo lugar en Estados Unidos, interpretado por la TCU Symphony Orchestra, poco después se estrenó en los escenarios colombianos de la mano de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Antioquia y hace unos días fue la pieza con la que la Orquesta Sinfónica Nacional dio inicio a su temporada 2025 en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
El Caribe de Martinus no es solo un punto de origen, sino un universo en expansión. Su música, tejida con la esencia de su tierra, sigue conquistando oídos y escenarios, trazando un camino donde la tradición y la innovación caminan al mismo compás, así nos lo muestra la siguiente conversación. ¡Sean bienvenidos al mundo caribe-sinfónico de Ludsen Martinus!.

Ludsen Martinus. //Foto: Luis Herrán Álvarez – El Universal.
Vanessa Márquez: ¿Desde cuándo y cómo descubrió su capacidad para la composición de sinfonías?
Ludsen Martinus: Bueno, ahí hago un pequeño paréntesis. Todavía no he escrito la primera sinfonía, pero está entre mis planes a futuro. Empecé a descubrir que tenía un interés creativo a una edad muy temprana, pero paradójicamente no fue por medio de la composición, sino porque a mí me gustaba mucho expresarme artísticamente, digamos que pintar, hacer dibujos(…), me gustaba cantar. Bueno, en fin, tenía muchos intereses artísticos, pero siempre estaba la creación de por medio.
Ya cuando empiezo a estudiar música a una edad de 10 años, y más tarde a los 12 años fue que yo empecé a escribir melodías por mi cuenta. La primera melodía que escribí la hice pensando en que eso iba a ser un regalo para mi madrina, que yo iba a interpretar en mi saxófono.
Y ya más adelante empecé a componer para formatos más grandes, pero todo siempre lo hice como dentro de una sonoridad muy clásica. Todavía no había descubierto que todo este tipo de disonancias se pudiesen utilizar y que pudiesen sonar de forma interesante. Antes de yo irme de Cartagena a la edad de 15 años, logré estrenar mi obra ´Fantasía Sinfónica´ con la Orquesta Sinfónica del Conservatorio, que dirigía actualmente Germán Céspedes.
VM: ¿Cuántos maestros han sido fundamentales para usted y por qué?
LM: Pues yo diría que todos. Todos los maestros que han pasado por mí, o por los que yo he pasado, han sido fundamentales para mi crecimiento musical. Pero yo destacaría, sobre todo en este momento, a la gran mayoría con los que estudié en el Conservatorio de la Universidad Nacional.
Empezando por los maestros de instrumento, que son quienes le enseñan a uno a profundizar o a entrar de manera práctica en la música (…) yo destacaría a maestros como Miyer Garvin, Diego Claros en el piano, o Luis Darío Baracaldo (violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia), y Leonardo Federico Hoyos. También destacaría a mis maestros de orquestación, Moisès Bertrán y Gustavo Parra, de dirección Gerasim Voronkov, Eduardo Vargas y Libardo Saavedra.
Y haría una mención especial al único maestro de composición que he tenido, que ha sido Jorge Pinzón. Que sin él mi composición o mi aproximación hacia este oficio no sería la que es hoy.

VM: ¿Qué significa para usted que la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, bajo la batuta de la directora invitada Tatiana Pérez, hayan interpretado su obra ´La Marimonda´?
LM: Es una gran sorpresa porque nunca esperé empezar el año tan bien, de esta forma tan contundente, con una interpretación por parte de una orquesta tan importante como la Sinfónica Nacional de Colombia, bajo las manos de una directora muy exitosa a nivel internacional y a nivel nacional, como lo es Tatiana. Una mujer brillante, joven, talentosa, que fue quien manifestó su interés en conocer mi música, en dirigir mi música, en trabajarla con la Sinfónica. La Orquesta Sinfónica Nacional siempre, a través de sus conciertos, demuestra el alto nivel musical que poseen.
Para mí es un gran honor y orgullo, que la Orquesta representativa de los Colombianos esté al frente de la interpretación de una de mis obras. Es la segunda vez que esto sucede(…) Siempre es una gran dicha, es motivo de celebración que este tipo de cosas no solo me pasen a mí, sino que sucedan a otros compositores a nivel nacional.
VM: ¿Cómo ha sido esa combinación entre lo sinfónico y los ritmos caribeños como la champeta? ¿Qué ha sido lo más retador? ¿Y cómo los públicos han tomado su estilo?
LM: El objetivo de hacer todo esto, ha sido encontrar un estilo personal. No pretendo hacer champetas, o que ese sea la manera más genérica de reconocer mi música. Yo lo reconocería como simplemente mi música, ya que hay una clara referencia, pero cuando esta referencia pasa a través del medio sinfónico, digamos que pierde muchas de las cosas con las que inicialmente se piensa este género de la champeta.
Pero el objetivo mío siempre ha sido poder autoconocerme y también que exista una representación de este ritmo caribeño que lo llevo conociendo desde que existo. Yo soy cartagenero, es inevitable que no podamos estar rodeados de este género tan rítmico, tan interesante, tan maravilloso. Digamos que la mezcla o el sincretismo entre estos dos géneros o técnicas, o como le queramos llamar, ha sido retador, pero a la vez, la champeta se presta mucho para eso.
En la champeta hay momentos tonales, hay momentos casi que atonales, también disonantes, sobre todo en las partes medias donde hay muchos desarrollos de las melodías o donde hay un éxtasis, un clímax de la música. Entonces hay mucho en común con lo clásico, mucho más de lo que uno pensaría. Eso también me ha facilitado el trabajo, pero yo quiero llevar eso mucho más allá, a través de mis obras, ese es mi deseo.